oleoturismo.-casa-dulcinea-1Castilla-La Mancha cuenta con un patrimonio etnológico muy interesante, en este caso en «Un lugar de La Mancha…».   Este museo se instaló en un edificio que mantiene parte de su estructura original del siglo XVI, y pesar del tiempo transcurrido y las alteraciones experimentadas a lo largo del tiempo conserva en líneas generales… los caracteres de la casa manchega de un hidalgo con sus diversas dependencias: molino, bodega, patios, corrales, pozos, etc.
Esta casa pertenecía a una de las familias más ilustres de El Toboso, los Martínez Zarco de Morales, cuyos escudos podemos  ver en la fachada. Según la tradición, en época cervantina fue habitada por don Esteban y Doña Ana, su hermana, quien inspiró el personaje de la sin par Dulcinea de El Toboso. Esta tradición es parte del patrimonio que conserva este museo. El acceso a la vivienda y al museo en sí se produce por un zaguán que da paso a las zonas de servicio: la cocina, la despensa y los patios y corrales de la parte trasera; entre ellos encontramos una almazara o molino de aceite, una prensa para la uva y un palomar.
Las estancias domésticas de una casa rica rural se estructuraban y se amueblaban a imitación de las urbanas. Su ajuar resultaba a menudo más tradicional, menos lujoso y más práctico, debido no sólo al alejamiento de la  corte, sino también al aprecio que se hacía de los bienes legados por los antepasados que expresaban la antigüedad del linaje.

En las casas más acomodadas se sucedían varias salas, también llamadas cuadras, en tanto que en las más modestas existía sólo una.
La parte más retirada de la casa se reservaba para la intimidad. Maridos y mujeres, si no eran pobres, tenían cada uno su habitación.
Las mujeres se ocupaban de las labores domésticas. Alguna, sin embargo, desempeñaba un papel más activo. A los hombres correspondían la administración de la hacienda y el cumplimiento de los deberes militares; raro es el hidalgo que, para simbolizar su abolengo, no lleva una espada ropera y una daga en la mano izquierda.

PLANTA INFERIOR
LA COCINA
Alrededor del hogar se reunían los gañanes, los aparceros, los criados y los visitantes de paso. Allí se comía, se conversaba y se cantaba.
La comida se hacía al fuego en ollas y calderos, y de la espetera colgaban los utensilios de cocina. La loza de mesa, de la cual la más apreciada era la de Talavera de la Reina, se guardaba en plateros y alacenas, y las cucharas en cuchareros. Las tinajas pequeñas se depositaban sobre cantareras.

LA DESPENSA
Cada casa almacenaba los alimentos básicos, que se elaboraban en las distintas épocas del año. El aceite se guardaba en tinajas; el vino en pellejos; y las especias, generalmente bastante caras, se conservaban en arcas o cajas. También se hacía acopio de trigo para el pan, de legumbres y de quesos. Se consumía mucha carne: carnero, cerdo, gallina y caza, sobre todo aves y liebres que se cobraban con aves de presa, galgos y hurones. Las verduras eran pocas, principalmente repollos, nabos y berzas. En este espacio se ha situado una pequeña sala de audiovisuales.

LA ALMAZARA
En ella se realizaban las operaciones de extracción del aceite: lavado de la aceituna, molido entre muelas de piedra y prensado de la pasta para obtener el aceite. Este servía para todo: para freír o condimentar la comida, para preservar los alimentos en conserva, para la elaboración  de afeites y perfumes (de ámbar, jazmín, azahar, romero…),  o como combustible de las lámparas y para curar las heridas.

Dirección:
Museo Casa de Dulcinea. C/ Quijote, 1. 45820 – El Toboso (Toledo)
Contacto: TELÉFONO: 925 197 288
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