Si queremos que los niños practiquen unos hábitos alimentarios saludables, hay que “presentarles” los alimentos y hacérselos atractivos a todos los sentidos. Se debe procurar que “prueben y coman de todo” sin percibir a los alimentos como premios o castigos.
Los escolares deben, por tanto, aprender a distinguir aromas, texturas y sabores, disfrutando con ellos, procurando, eso sí, que les guste lo mejor para su alimentación, lo más saludable.
Por este motivo, no sólo es importante lo que comen sino cómo comen y el tiempo que destinan a esta actividad, siendo muy importante que los niños coman con los demás, conversen y le dediquen el tiempo suficiente para que no sólo sea un acto de alimentación sino también de disfrute, convivencia y relaciones sociales.
Además, si realmente queremos que los niños mejoren sus hábitos, toda la familia debe mejorarlos con ellos. Debemos ser un ejemplo para los escolares y no sólo un emisor de consejos.
Todo este proceso requiere tiempo y paciencia, educando desde la escuela y el entorno familiar el gusto, el tacto y el olfato de la mis mamanera que hacemos con la vista y el oído.
Lo primero que hace el niño al sentarse a la mesa es mirar lo que tiene que comer. Hay que conseguir estímulos visuales favorables intentando hacer sus platos apetecibles a la<vista. El olfato, segunda impresión que recibe de los alimentos, debe ser también favorable.
Deben cuidarse también los estímulos táctiles desde el punto de vista de la textura y temperatura del alimento.
El gusto es lo más importante desde el punto de vista sensorial y la impresión favorable o desfavorable determinará que los niños decidan comer o no un determinado tipo de alimentos.
Por último, a través del oído el niño percibe comentarios sobre los alimentos que le permiten apreciar favorable o desfavorablemente lo que tiene que comer, por lo que debe prestarse atención e intentar que estos sean siempre lo más positivos posible.
Por último, en los casos en los que el niño no acepta bien algunos alimentos, se debe reiterar la oferta de estos intentando que los acepte, no dándose por vencido ante un no.
En definitiva, el objetivo fundamental es conseguir que, a través de la educación, los escolares aprendan a comer y compatibilicen aquello que más les gusta, con lo que más les conviene y que deben comer desde el punto de vista de la nutrición y de la salud.

Defensor del Menor
Obra social de Cajamadrid