Se trata de tomar un ecosistema, o de recrearlo, – dándose cuenta de que lo es – simplificar su estructura y especializar sus comunidades (lo necesario para obtener producción, pero sin afectar de forma irreversible a su estabilidad), cerrar los ciclos de nutrientes y dirigir el flujo de energía hacia los productos cotizados (en nuestro caso las aceitunas y el aceite). Se dice fácilmente, pero, ¿cómo se hace?.
Una advertencia importante
Para poner en cultivo un territorio hay que “simplificar la estructura” – como dice el profesor Monserrat – del ecosistema que contiene. Hay que quitar de en medio a aquellos seres, o conjuntos de seres, que molestan; por alguna razón, porque compitan con el cultivador en el aprovechamiento del producto buscado; o porque compitan con la planta por el agua, los nutrientes, la luz o el mismo espacio para vivir; o, simplemente, porque estorben en el acceso para la recolección o las tareas de cuidado; o por lo que sea. Lo que está claro es que desde que el hombre empezó a hacer agricultura, siempre ha empezado simplificando, y ha seguido, a lo largo de toda la historia, manteniendo esa simplificación inicial o haciéndola mayor.
Fuente: Manuel Pajarón Sotomayor
Hola Manuel, ante todo muchas gracias por tus palabras de apoyo. Y comunicarte que este tema será tratado en sucesivas entradas.
Un abrazo
Corto pero muy interesante. Tenéis previsto continuar con el tema?
Me encanta el portal, una manera nueva de enfocar algo tan tradicional como el aceite de oliva.